Cuando hablamos de educación sexual, más allá de las particularidades de la familia o la escuela, lo más importante es crear vínculos que permitan a cada niña y niño descubrir su propia manera de vivir la sexualidad con libertad, felicidad y salud. Partiendo de esta premisa, Graciela Hernández y Concepción Jaramillo ofrecen interesantes consejos sobre la diferencia sexual, los sentimientos amorosos o cómo abordar una conversación sobre sexo con nuestros hijos.
Algunos padres, e incluso algunos profesores, opinan que la educación sexual debe impartirse únicamente desde el hogar, dentro del entorno familiar; sin embargo, esta es una postura que ignora que las niñas y niños son seres sexuados que llevan su sexualidad allá donde van y que, por tanto, trata de parcelar una experiencia vital. Querer acallar la sexualidad en determinados ámbitos le atribuye a la cuestión un carácter negativo o de conflicto que no favorece el desarrollo natural de uno de los aspectos más importantes en la vida del individuo.
Asimismo, hay que tener en cuenta que somos seres sexuados durante todas las etapas de la vida. Durante la infancia, uno de los periodos donde el aprendizaje es más importante, toda relación configura de un modo u otro el desarrollo sexual. No hay que preocuparse en exceso por quién educa a quién; puede pensarse que lo mejor es que el padre se encargue de la educación del niño y la madre de la de la niña, pero en realidad todas las relaciones serán enriquecedoras: unas desde la semejanza y las otras desde la diferencia. Lo fundamental es atender a la singularidad de cada individuo, reconocer que no hay una formula única para educar y entender que el aprendizaje, en el fondo, puede llevar toda una vida.
Referencia bibliográfica
Hernández Morales, G., Jaramillo Guijarro, La educación sexual de niñas y niños de 6 a 12 años. Guía para madres, padres y profesorado de Educación Primaria. Ministerio de Educación y Ciencia. Centro de Investigación y Documentación Educativa (CIDE). 2006.
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