La enfermedad meningocócica es una enfermedad infecciosa grave causada por una bacteria llamada meningococo. Se producen casos durante todo el año, pero de forma más frecuente durante los meses de invierno y primavera. Generalmente son casos aislados, pero pueden aparecer también como brote (presentación de dos o más casos relacionados), sobre todo en familiares convivientes y escuelas. Esta enfermedad puede presentarse a cualquier edad aunque es más frecuente en niños de entre uno y cinco años. El meningococo puede encontrarse en la garganta de algunas personas sin producirles ningún tipo de síntoma, porque desarrollan una protección natural después de unos días, pero lo pueden transmitir a una persona sana y hacerla enfermar. La enfermedad meningocócica puede producir una infección generalizada (sepsis meningocócica) o bien afectar sólo al sistema nervioso (meningitis). Hay diferentes grupos de meningococo: A, B, C y otras. El B es lo más frecuente en nuestro país. La vacunación en niños protege sólo contra el meningococo C.
Una meningitis meningocócica es la inflamación e irritación de las membranas que cubren el cerebro y la medula espinal, llamada meninge. La meningitis bacteriana es poco habitual, y puede ser mortal. Se caracteriza por un inicio repentino, con dolor de cabeza intenso, fiebre de 39ºC a 40ºC, náuseas, vómitos y rigidez de nuca. Una infección generalizada acostumbra a iniciarse con los mismos síntomas y, después, en un periodo de horas variable, se puede añadir la aparición de manchas a la piel de color morado distribuidas por todo el cuerpo. También puede empezar directamente con las manchas. Puede ir acompañada o no de meningitis.
Para hacer la diagnosis, el examen físico mostrará una frecuencia cardíaca rápida, hipotensión arterial, posible erupción y rigidez al cuello. Una vez realizada una exploración física que descarte otros procesos, habrá que practicarle a la persona enferma las pruebas siguientes: un análisis de sangre, para descubrir si la causa de la infección es vírica o bacteriana; un análisis de orina (sólo en niños pequeños, puesto que los síntomas podrían ser debidos a un problema urinario); RX tórax, para descartar una neumonía, o punción lumbar para obtener una muestra de LCR (líquido cefalorraquídeo) que circula por el cerebro y la médula espinal, y se altera en caso de meningitis. El análisis de este líquido nos ayudará a establecer la causa y gravedad del proceso.
Para la enfermedad meningocócica se prescriben antibióticos y se administran por vía intravenosa. Para controlar las complicaciones se pueden utilizar otros medicamentos. El diagnóstico y el tratamiento son extremadamente importantes para prevenir secuelas y evitar la muerte. El microorganismo se transmite de persona a persona mediante las secreciones faríngeas y nasales. El riesgo de contagio aumenta si se tiene contacto estrecho con la persona enferma (dormir en la misma habitación, vivir en la misma casa, dar besos con intercambio de saliva), pero no hace falta que se desinfecten objetos ni espacios porque el meningococo resiste muy poco tiempo fuera del organismo. Las medidas para la prevención de esta enfermedad se basan en la quimioprofilaxis (tratamiento con antibióticos) y en la vacunación. La actuación adecuada ante un caso de la enfermedad es administrar los antibióticos a la familia y a las otras personas que conviven con la persona afectada. El responsable sanitario valorará las medidas más adecuadas en cuanto al resto de su entorno (contactos escolares o de trabajo), en función de la edad y del tipo de relación con el caso. Si la enfermedad la produjera el meningococo del grupo B, la única medida preventiva, y la más frecuente en nuestro país, es la quimioprofilaxis, que pretende eliminar el microorganismo de la faringe. Así se evita que durante unos días circule entre las personas que han tomado la medicación. El antibiótico utilizado es la rifampicina. En caso de que la enfermedad la produjera el meningococo del grupo C, además de la quimioprofilaxis, se vacunará a los contactos cercanos que no la hayan recibido.
A partir del año 2000 se incorporó en el calendario vacunal sistemático una vacuna conjugada contra el serogrupo C del meningococo, que se ofrece también a todos los niños y jóvenes menores de diecinueve años que en su momento no la recibieron. Es una vacuna segura, que produce una protección de larga duración y que se puede aplicar a partir de los dos meses de edad. Cuando se detecta un caso de esta enfermedad y serogrupo, la vacuna se aplica a los contactos cercanos que no la hayan recibido, para protegerlos, además de la quimioprofilaxis. El profesional de la atención primaria es quien administra la vacuna. Esta puede causar molestias en el lugar de la punción o fiebre menor, durante las 48 horas posteriores. Es importante hacerla constar en el carné vacunal.