Dentro del ámbito del voluntariado, la educación emocional es cada vez más importante cuando se busca optimizar la relación con los grupos de personas con que se trabaja. En este sentido hay muchas dinámicas de grupo que ayudan a desarrollar un buena gestión de las emociones y un conocimiento más profundo de uno mismo y de los demás.
Una de las dinámicas que podemos llevar a cabo es la siguiente:
La persona dinamizadora agrupa al grupo en subgrupos de 6 u 8 personas, o incluso más pequeños. Cada cual de los grupos recibe una ficha donde hay descrita una situación y, entre todos los miembros, tienen que decidir y anotar qué emoción se representa en esta. Así, la persona dinamizadora tiene que elaborar, previamente, las fichas teniendo en cuenta el tipo de actividad o ámbito de actuación de las personas voluntarias, así como el clima del grupo y la necesidad de gestión de las emociones de estas personas.
Posteriormente, cada grupo explica al resto su respuesta. Una vez que todo el mundo ha expuesto la suya, la persona dinamizadora expone la lista con las emociones primarias (dolor, miedo, irritación, furia, vergüenza, celos, alegría, solidaridad, etc.) de cada una de las fichas repartidas. Ahora, los diferentes grupos tienen que autoevaluar su respuesta. En estos momentos, la persona dinamizadora tiene que potenciar la reflexión general, sobre las emociones, motivando la aceptación y el respecto de las diversas opiniones sobre el tema, clarificando qué son las emociones básicas que pueden aparecer en la tarea de voluntariado que realizan e indicando de qué forma se pueden expresar estas sin hacer daño al resto de personas.
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